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sábado, 16 de febrero de 2019

Tú-yo.

Es difícil comprender "un todo", pero mirabas justamente en el abstracto del  sentido de la vida: todo.
Como ironía en los cielos y tormentas en la tierra.
Es complicado saber a ciencia cierta qué eres, si vas y tiemblas, si vienes y mueres.
Nada.
¿Olvido en una hstoria con "h" minúscula o en la Historia con "H" mayuscula?.
Nada.
Como la lava en la cima; los sentidos, la risa y ¡mírate!.
Soñar incomprensible de ¿cuál voz?, tal vez, tomado de las manos inquietas de la vida y, en algún lugar incoherente de los cocos fuertes, sobre los palmarés. 
Mirarte.
¿Quién eres?
Sobreviviente Chino, leyenda Náhuatl de la vida y el río constante de la misma, que cruza los cauces, que impacible observa los vientos, escucha y vuelve, nace y crea, como la leyenda de cuatrocientos cantos.
Más-Menos.
Complicado.
Sordo.
Gordo.
Mirarte.
Qué haces bajo los cobijos del dilema y la manía, de la utopías y los tiempos erradicados del pensamiento.
Menos-Mas.
Somos constelaciones ironicas en el nuevo mundo.
Golpeadas, sudadas: intérpretes de teatro y caminatas de gotas al pacto con Dios.
Es difícil comprender.
Mamamia.
¿Reflejate en la vida?
Papamio.
¿Búscame en tus pensamientos?
Yomio.
¡Encuentrame!
Sí al final nada va, nada viene: ¡Búscame!
Comprobando los tiempos en miles de deseos.
Tú.
Quien ve, observarte cuidadosamente y elige la mejor versión.
Esa;
Vidente de los textos.
Esa;
Vidente de los sonidos.
Esa;
Vidente de los pasos.
¡Búscame!
Sí al final ya cubierto estas, si haces y deshaces en mí; pródigo, melancólico, elocuente, vivaz, soñar: ¡Perdido estoy!.
Pierdete, como los escritos en mi versículo, los tiempos atrás de los adiós.
Mirate.
Ahí estás; tú-yo.
Cobijate.
Duérmete.
Sueñate.
Es difícil, comprendete amigo mío.
Reflexión de espejos en lamentos. 
Yo.
Vivaz, voraz, incautó: llorar.
Cambia.
Destrozate.
Miénteme.
Pero al final: Tú-Yo únicos, unidos estamos.

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