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miércoles, 13 de febrero de 2019

Encuentro.

Mantente.
Hecho y deshecho.
Olvida las cosas y cautiva con tu ser.
Perversa.
Agonizante y frustrante de la naturaleza.
Calma.
Divaga en los tiempos y contempla los blancos solares en el cuadro.
Muévete.
Crea los palpitos del hombre y ve, observarte en el borde a punto de coexistir.
¿Cómo la perfección en agonía puede volverse en si y mirarte, entrada, satisfecha o insatisfecho de la acción?.
Camina.
Escribeme, seduce y conduceme a los rincones, a las curvas huecas, los olores y temblores de un cuerpo, de una vida.
Juntate.
Ven, brinca y silba, cubre los cueros del silencio y encuentrame en la ducha, fria. Calientala con el éxtasis de mil amores, de los toques perfectos que tú mejor sabes hacer.
Convenceme.
Iré a lo mayor, a lo bruto y encontraré los temblores en la blancura de la luz, miraré en un afán tus ojos y, consciente, jugaré contigo a disfrutar de los sensibles tactos humanos.
Crea.
Imagina un todo y vuelve, espacioso, tembloroso e ironico. Pierdete.
Abre y entra.
Camina palpitando cada espacio.
Olfatea y sigue.
Huele las feromonas de bellezas inhumanas.
Toca y continúa.
Haz sentir lo bello, lo extraordinario de mi tiempo.
Llega y finaliza.
Acaba. Hundete en los labios perfectos de frialdad humana.
¿Serías tú?
Tal vez.
Galopante de los actos y la seducción, terminaste.
Solares, blancura, frialdad, cuadros y espacios.
Tú, yo y ella.
¿Qué?
¿Alguno sobra?
Seducción.
Ahí está la acción.
Belleza total de las aluciones.
Junto a la ventana, va.
Eterna ella, caminante del deseo a más lugar.
Allá va, caminante del placer a gatas, como tal vez, mejor lo sabe hacer.

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