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jueves, 24 de enero de 2019

Vendeme.

Nada como caminar, divagar y disfrutar.
Somos la tregua de los llantos en un caminar del va y ven, de las cosas que dirán y de las que están por decir.
¿Qué hacemos?
Sí nunca nos tocamos y siempre en el espacio esparcidas las letras están, los sonidos y los cantos eternos al rencor desvanecidos se encuentran.
¡Qué! si nosotros nos vamos a pasos cortos en los días y a pasos largos en los tiempos.
¿Qué?
Sí nunca hemos vuelto del más allá, si nunca hemos caminado en las andanzas con Zeus, si nunca regresamos del inframundo para enamorarnos.
¿Qué?
Sí ahora parcialmente nos mantenemos e irónicamente nos desvelamos encubiertos en nuestros cuerpos.
¿Qué?
Sí nada de nosotros vuelve, si fuimos comidos por el tiempo y las añoranzas, si solo juntos morimos y juntos huimos.
¿Qué?
Si hoy llegue por ti.
Si voy camino al inframundo; miedoso, desnudo, buscando tus cuerpos, tus almas en la laguna.
¿Qué imaginas?
Si voy a tiempo, si envejezco y dezvanezco en las escaleras, en los pensamientos, qué si la línea está apunto de ser cortada.
Amada.
Amado.
Amada mía.
Ven.
Encuentrame. Seduce.
Suicidame en tus aguas dulces.
Ven.
Dame la mano y olvídame en tu regreso.
¿Qué?
Si mi alma te la doy, si mi vida ahora es tuya.
Llévame, conduceme al infierno y hazme bebedor de tus espejos, de tus sentimientos del éxtasis que atribuye tu ser.
Hazme realidad en el tiempo.
Vendeme.
Tocame los imparciales vellos de mi cuerpo y conduce a los méritos del sacrificio, del sufriendo del deseo, del amor.
¿Qué?
Si al final ya estoy en ti.

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